Evangelio del día 9 de Abril de 2025.

Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».
Hoy nos fijamos en la frase:
“Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Hoy la palabra libertad está muy de moda. Todos queremos libertad, no queremos ataduras, obligaciones, compromisos.
¿Es esto verdadera libertad? Podríamos pensar que si, que es libertad, pero vivimos en sociedad, el hombre es sociable por naturaleza; y si no queremos ataduras, obligaciones, compromisos, estaremos en soledad, sin relacionarnos con nadie.
Jesús nos habla de otra libertad. Nos habla de liberarnos de ataduras a malas inclinaciones y vicios, egoísmos, envidias, orgullos, idolatrías…; nos habla de la libertad que da vivir con un corazón abierto a la Palabra de Dios.
Confiar en Él nos hace dejar la esclavitud del pecado, y esa es la verdadera libertad que Él explica a los judíos.
Por eso invita a que seamos verdaderos discípulos suyos. Y ser discípulos suyos no tiene que quedarse en la práctica de tradiciones, leyes o ritos. Ser verdaderos discípulos es dejarse iluminar por el Espíritu Santo, vivir en cada momento aquello que Dios necesita para anunciar el Reino del Cielo, si no nuestros ritos y cumplimientos religiosos pueden quedar vacíos de contenido y de libertad, porque en ellos falta lo más importante, el amor y cumplimiento de la voluntad del Padre.
Señor ayúdanos a seguirte de verdad y con la verdad, con libertad de sentirnos hijos de Dios y hermanos tuyos. Ilumina nuestros corazones y aléjanos de la esclavitud del pecado.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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